BILL RAYOS BETA: ESTRELLA ARGÉNTEA, de Daniel Warren Johnson

Hollywood siempre ha sabido sacar partido de sus eternos secundarios, dando pie a un imaginario riquísimo que a veces ha traspasado la pantalla: de alguna manera, la sombra del perdedor alcanzaba la vida real (o tal vez era al revés). Eso se ha perdido un poco, pero ¿acaso queda algo de aquel Hollywood?

Eso no ha pasado tanto en el cómic de superhéroes, pese a que un universo tan basto como el de Marvel y DC está plagado de personajes que nunca han encontrado su oportunidad, tal vez porque no cumplían los requisitos del momento, tal vez por simple probabilidad. Algunas plumas inquietas han sabido sacarle jugo al potencial de estos segundones, incluso elevándolos al estrellato, como es el caso de Lobezno. Pero a menudo los intentos han resultado insatisfactorios y, con el tiempo, la mayoría de estos héroes han caído en el ostracismo, sino en el olvido.

El universo cinematográfico de Marvel (y ahora también televisivo, si es que las plataformas digitales son televisión), en una estrategia que se me antoja errática y casual, ha recuperado a algunas de estas almas en pena, como Ojo de Halcón, pero, curiosamente, y por motivos obviamente comerciales (y tal vez políticos), les ha privado de esa erótica del perdedor que arrastra Warren Oates durante todo el metraje de Quiero la Cabeza de Alfredo García. Pues ya no tiene gracia, oigan, y Ojo de Halcón se convierte en una especie de Capitán América de marca blanca (esto lo digo yo desde este blog que apenas leen unas doscientas personas mientras la serie esa tiene 1'5 millones de espectadores).

Volvamos al cómic. Bill Rayos Beta, el hermano feo de Thor, es uno de esos personajes que nunca han levantado cabeza, aunque han protagonizado sin duda sagas tan estelares como fracasadas. Daniel Warren Johnson, en el ojo del huracán gracias a Extremity y Wonder Woman: Tierra Muerta, recupera la figura del korbinita para ofrecernos espectáculo puro sin demasiada sesudez. Bill Rayos Beta: Estrella Argéntea es sangre y tripas, una historia que avanza a puñetazo limpio en la que acompañamos a Bill al más negro de los agujeros para hacerse con un objeto mítico con el objetivo de cumplir su más íntimo deseo: volver a ser guapo. Lo hace, además, con un equipo imposible (pero eso lo dejo ya para el disfrute de los marvelitas).

Ya está, no hay más que leer. Esta es la historia que Bill Rayos Beta se merece, la que hace honor a su cara de caballo y sus músculos halterófilos, la que, además, lo reconcilia con su pasado. Dibujada con el estómago, con un trazo grueso y ágil. A uno se le queda corto el formato comic-book para disfrutar de este espectáculo. También al propio autor, que a veces nos obliga a girar el tebeo para disfrutar de splash pages apaisadas porque, literalmente, no le cabe.

Para leer con una buena cerveza en las manos, a falta de hidromiel.

David G. González

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