Occulture. Alan Moore: Al otro lado del velo
Alan Moore se me hace bola. Ya está, ya lo he dicho. No atento contra su genialidad; soy consciente de que no es él, soy yo. Aunque tampoco creo que yo sea el único al que le pasa. Seguro que alguno de vosotros ha vostezado durante la célebre conversación sobre arquitectura de From Hell. ¿Nadie ha lamentado el indefinido devenir de La Liga de los Hombres Extraordinarios? ¿Y cuántas veces su incontinente verborrea ha lastrado el trabajo de los dibujantes con los que ha formado equipo?
Dicha esta sarta de menudencias, salgamos de nuestro pequeño mundo y separemos la lupa del mapa —o del cómic, en este caso—. Como cuando un guía del Louvre te descubre los secretos de La balsa de la Medusa o David Lynch te revela en sueños la verdad tras la superficie de Carretera Perdida, el teórico del cómic Roberto Bartual nos explica en Occulture. Alan Moore: Al otro lado del velo al autor de Northampton como si hubiéramos vuelto al instituto para descubrir de nuevo, por primera vez, a Shakespeare.
Este ensayo se centra en la vertiente mística de Moore —esto es: su aproximación a la magia— a través de algunas de sus obras, principalmente From Hell, Promethea y Providence, aunque también su mastodóntica novela, Jerusalén. Un viaje organizado a través de un conjunto de ciencias, pseudociencias y prácticas como la psicogeografía, la psicodelia, la magia o el espiritismo que prometen adentrarnos en un mundo oculto —que no oscuro—, porque lo que persigue, precisamente, es la luz. Tal y como promete el título del trabajo, lo que este pretende es apartar el velo para asomarnos al Moore más críptico, aunque quizás la palabra que estoy buscando aquí sea "arcano". Bartual traza un camino, especialmente a partir de From Hell, hacia un destino que parece obsesivo: desvelar la naturaleza última de la "realidad", escondida en nosotros mismos bajo capas y capas de cultura y barbarie.
Bartual nos ofrece una perspectiva común sobre algunos trabajos de Moore. El despiece que hace de From Hell es tremendo y, de hecho, en cuanto acabe de escribir estas torpes líneas iré corriendo a la estantería para rescatarlo. Y hace que Providence, un cómic que fue acogido con cierta frialdad, tome una trascendencia de cotas lovecraftianas. Hace lo propio, también, con la enorme Promethea, pero seguramente sea este el capítulo menos sorprendente porque, de las tres, la obra dibujada por J.H. Williams III ha sido la que más ríos de tinta ha hecho correr en este sentido.
Bartual, además, va al detalle, recreándose en la magia (es decir, en el trabajo) tras una viñeta en concreto, una composición de página o un diálogo. No solo desgrana el virtuosismo técnico o narrativo —que no es el motivo del ensayo—, sino el significado oculto (o, todo lo contrario: revelado) tras esas líneas.
El punto de partida de este post es estúpidamente inocente: cualquier genio, explicado, resulta mucho más genial. Esa es la misión de los profesores: abrirnos los ojos. Y soy consciente de que corremos aquí el riesgo, precisamente psicogeográfico, de ver lo que queremos ver, de unir los puntos que nos interesa unir. Pero, ¿no se trata de eso? ¿No resulta tentador descubrir la línea —tal vez gruesa— que pasa por Asmodeo, Jack el Destripador, Aleister Crowley e Iker Jiménez; Londres, Northampton, Madrid y Córdoba? Y, de todas formas, qué duda cabe de que lo que ha hecho Moore es llevar el cómic a otro nivel: explicar conceptos y teorías que van más allá de las tres dimensiones a través del arte secuencial. Tal vez, a veces, abrir una ventana para asomarnos. Un portal. Magia, en defiitiva.