Las 100 primeras películas de Nicolas Cage

Vamos con el tópico: A Nicolas Cage, o se le ama o se le odia. Como todo, no es del todo cierto: conozco a mucha gente a la que Nicolas Cage le da igual. Pero es interesante que se diga y que, por ejemplo, no se diga de Silvester Stallone, por traer a colación otro actor que, pese a un envidiable palmarés, el imaginario colectivo lo encasilla en la mediocridad. La paradoja es interesante, pero no interesa ahora. Interesa que si bien Stallone, o Rocky —que a veces es lo mismo—, se consolidó como icono pop, Cage se ha instalado en el terreno de lo kitsch, en parte a causa de la esquizofrénica imposibilidad de encasillarlo. La complejidad de su figura, amplificada sin duda por la gran pantalla, ha provocado que haya muchos Nicolas Cage, y de eso es de lo que va Las 100 primeras películas de Nicolas Cage, de Paco Alcázar y Torïo García (¡Caramba! / Astiberri, 2021).

Toda lista de los 100 mejores loquesea haría huir a cualquier persona cabal, vista la experiencia generalizada, sobre todo cuando se acerca el final del año. Alcázar y García, conscientes de la futilidad de tales listados —supongo—, se alejan de lo manido cambiando ese "mejores" por "primeras", que en realidad abrazan toda la carrera de Cage, hasta Color out of Space. Así que este libro es como una celebración. Los autores van mucho más allá de lo que cabría esperar, tomándose en serio el fenómeno, profundizando en él a golpe de humor gráfico. Este libro es un documento fundamental para entender la carrera de Cage y las claves que se esconden tras el mito; y es una gozada, por no decir una genialidad, hacerlo a partir 100 dibujos diferentes de su jeta.

También el repaso cinematográfico que proponen Alcázar y García es sorprendentemente exhaustivo —como el título indica, por otro lado—. Si bien se les podría exigir que, como sucede, aparezcan películas desconocidas para el gran público pero imprescindibles para el fandom (Besos de vampiro, El riesgo del vértigo) o sus primeros trabajos (La chica del valle, La ley de la calle), impresiona que el viaje no descuide productos alimenticios que pasaron totalmente desapercibidos, pero que no por eso dejan de ser interesantes o, al menos, entrañables (Escándalo en el poder, Desaparecidos sin rastro). En ellos uno se encuentra cara a cara con la tristeza de Nicolas Cage.

Brillante, sorprendente; una reivindicación del humor gráfico como formato válido para el ensayo artístico.


David G. González

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