DIOS ES LO PRIMERO Y ROSALÍA, MI SEO

No sé si estáis al tanto de la polémica en torno a lo último de Rosalía. Aquí o aquí tenéis el vídeo que origina el asunto. Es breve y hay que verlo; es importante. Se trata de un vídeo promocional de su próximo trabajo publicado en la red social Tik Tok. Si tenéis una edad, como yo, os costará encontrar la fuente original. Lo que no os costará encontrar es la polémica, aquí, aquí o aquí, por ejemplo. Y si además sois oyentes habituales de los matinales radiofónicos seguro que habéis oído a más de un pollavieja decir:

A) ¿Pero qué es esta cerdada?

B) No se entienda nada de lo que dice.

De eso va el artículo: de gente que no entiende lo que se dice. Quiero aclarar, para poner las cartas sobre la mesa, que a mí al principio Rosalía casi me gustaba, después me pareció una broma de mal gusto y ahora está a punto de hacerme hasta gracia.

EL VÍDEO

Vamos por partes. ¿Qué es este vídeo? Es un vídeo promocional, un adelanto de su próximo trabajo, concretamente de un tema titulado Hentai (más tarde vamos a eso). Usted, posiblemente un boomer, un hijo de la MTV o, en el mejor de los casos, una víctima de los 90, pensará  que qué cutrada es esta, que qué es ese vídeo que se ve mal y ella, que casi ni va maquillada. Usted lo que espera ver en el adelanto de un disco es algo con más brillo, como esto. Pero Rosalía no ha inventado nada nuevo y lo que sucede en realidad es que este vídeo no es para usted. A Rosalía no le interesa que usted la escuche y, seguramente, le da igual que la entienda, sea "Rosalía" una persona o una idea en este caso. Acaso, un producto. Aquí y aquí dejo un par de ejemplos de este tipo de publicidad, que trabaja con plataformas de difusión y formatos que rompen con los discursos audiovisuales instaurados por la televisión norteamericana en los ochenta, y que han reinado desde entonces. Es un nuevo código.

LA CANCIÓN

Más allá de lo audiovisual, parte de las críticas han venido suscitadas por la calidad (sic.) y el contenido sexual de la letra; explícitamente sexual, incluso con emoticonos (que no están ahí para que nosotros los entendamos mejor, sino para conectar con el imaginario de la generación Z o lo que sea que venga después de la Z). La letra es esta:

Te quiero ride / Como a mi bike / Hazme un tape / modo spike / Yo la batí / Hasta que se montó / Segundo es chingarte / Lo primero, Dios.

Y seguidamente algunas de las críticas vistas en redes sociales:

"Rest in piece Rosalía, siempre te recordaré por El Mal Querer no por Hentai que parece que lo escribí y compuse yo. / La Rosalía en su casa viendo como hablamos de la mierda de letra que acaba de sacar, pero ella contenta porque le suben las visitas. / Rosalía hace música para deficientes. / Rosalia te lo suplico just go back a hacer flamenco pop. nunca es muy tarde por favor te lo ruego para. / Dios mio, que alguien detenga este álbum y su salida hasta que no esté al nivel de El Mal Querer".

Soy consciente de que a mucha gente se le ha hecho creer que tiene buen gusto musical, incluso que son unos intelectuales, a través de una intensa campaña de marketing en torno al segundo disco de Rosalía. No es difícil oír "es que El mal querer es muy bueno, musicalmente". Y ponen una coma ahí, antes de musicalmente. No digo que no lo sea, pero bueno, que la vida sigue igual con o sin Rosalía: nada cambia, no trasciende. Toda esa gente ahora se enfada porque el artista que les hacía sentir bien con ellos mismos ahora rima "ride" con "bike". Me remito a lo que dijo, hace cuatro años ya, Querido Antonio (Alberto González Vázquez) sobre el "clásico moderno" de Jarabe de Palo, La Flaca. Aquí el original en Facebook y a continuación el resumen: "Y enloquezco de ganas / de dormir a su ladito / porque Dios que esta Flaca / a mí me tiene loquito. La rima en diminutivo. La mierda. Algo intolerable en un poema escolar de un niño de ocho años es asumido colectivamente sin rechistar." Lo que digo es que no recuerdo que nadie se haya enfadado nunca con Pau Donés, excepto quizás Miqui Puig por lo de Bonito.

También está el tema sexual, tabú en nuestro país pese a que los ingleses tengan una imagen distinta. Y aquí hay dos sujetos a tener en cuenta. Uno: los pollaviejas antes mencionados, cuyo cerebro no puede asimilar que una jovencita quiera ride como a su bike, y además no con ellos. Dos: La estrechez de miras que impide ver el mismo espíritu reivindicativo en las letras de El mal querer y en las de Hentai, producto, sin duda, de décadas de represión sexual. Si Rosalía tiene el derecho a reclamar que la quieran como es debido, también tiene el de follar como le dé la gana.

No, Rosalía no habla de hacer el amor, habla de follar, en terminología boomer. Pero, ¿qué es el amor al principio sino follar? ¿Qué es Tinder: una app para encontrar el amor? ¿Qué es el amor libre? El amor es muchas cosas, sin duda, pero al principio solo es sexo, digan lo que digan los clásicos habituales. Me remito al poeta surrealista Benjamin Péret:

He aquí mi picha y su leche / son el impulso de mi corazón.

Rosalía comete tal atrevimiento con un artefacto posmoderno: compone una balada (tradicionalmente, una canción de amor) y la retuerce al darle un contenido sexual. Y habla, además, solo para los suyos (por letra y por código), como diciendo: "Pollaviejas, se ha acabado, el mundo es nuestro".

Aquí algunos principios postmodernos que vienen al caso, sacados de Wikipedia sin mucho miramiento:

Cuestiona los textos. Los posmodernos también afirman que los textos —históricos, literarios o de otro tipo— no tienen autoridad u objetividad inherente para revelar la intención del autor, ni pueden decirnos «qué sucedió en realidad». Más bien, estos textos reflejan los prejuicios y la cultura particular del escritor.

El giro lingüístico. El posmodernismo argumenta que el lenguaje moldea nuestro pensamiento y que no puede haber pensamiento sin lenguaje. Así que el lenguaje crea literalmente, realidad.

La verdad como perspectiva. Además, la verdad es cuestión de perspectiva o contexto más que algo universal. No tenemos acceso a la realidad, a la forma en que son las cosas, sino solamente a lo que nos parece a nosotros.

Aquí, un ejemplo claro de posmodernidad:

Andy Warhol, El nacimiento de Venus (1984)

LO PRIMERO, DIOS

Es posmoderno el artefacto perpetrado por Rosalía y lo es esta exégesis, ya que los textos sobre los que se construyen no son los ortodoxos, sino los propios de la cultura de la que nacen: la popular. Uno de los versos que más ha trastornado a la audiencia, por todo lo dicho anteriormente, es este:

Segundo es chingarte / Lo primero, Dios

He aquí la palabra "Dios", pronunciada mientras Rosalía coloca las manos en posición de plegaria, en un contexto claramente sexual, con un lenguaje explícito y, para los más creyentes, seguramente chabacano. ¿Una ofensa? No he encontrado muchos comentarios en ese sentido (que seguro que los hay), pero eso tampoco nos interesa aquí. Ese verso hace referencia eufemísticamente (y muchos otros -mente) a una felación en posición de genuflexión (una mamada de rodillas, vaya), la misma posición que uno adopta para hacerle llegar una plegaria a Dios. Ya de primeras, la teoría resulta plausible, ya que el orden de los factores es comúnmente aceptado como el idóneo: "Segundo es follar / Lo primero, la mamada" (aunque hay gente para todo, como dijo el torero). A los más avispados, con tanta "plegaria" y tanto "pop", ya les habrá venido esto a la cabeza (un vídeo condenado por el Vaticano, por cierto):

When you call my name / it’s like a little prayer / down on my knees / I wanna take you there. Hay mucha literatura en torno al contenido sexual de este celebérrimo tema pop que todos hemos bailado y, en general, sobre ese binomio Eros/Deus que tanto parece agradar a Madonna (léase también "Madonna" en su acepción religiosa). El más popular de los análisis lo encontramos en esta escena de culto de Reservoir Dogs, de Quentin Tarantino, en este caso sobre Like a Virgin:

Por cierto, y para cerrar las referencias posmodernas, el título de la canción es Hentai, palabra con la que popularmente se designa a los cómics y películas de animación japonesas de contenido sexual explícito y normalmente fuera de los cánones conservadores. Un género que causó revuelo y polémica, y fue tildado de "perversión" por los vigilantes de la moral en los 90, cuando el manga eclosionó y los padres llevaron a sus hijos pequeños al cine a ver alegremente esa película de dibujos llamada Akira. De nuevo, una referencia generacional y a un "texto" no ortodoxo.

Los amantes del hentai entenderán este gesto.

¿CONCLUSIÓN? NO, GRACIAS

No tengo nada que concluir, ya que no pretendo que se comulgue con estos postulados, muchos de los cuales, en un atrevimiento posmoderno, han sido extraídos de aquí y de allá (he intentado referenciarlos todos como es debido). A eso se le llama bibliografía, y es que uno ya no encuentra las respuestas solo en los textos sagrados y las bibliotecas.

Pero sí, para acabar, como guinda, o guiño a tanto flamenco fusión y producto prefabricado en despachos de discográficas que están viendo como el negocio se les escurre entre los dedos (quiero pensar que hay algo de advertencia a las discográficas en este acto de Rosalía), os dejo con lo último de Los Planetas, que, como dice Juanjo Sáez en su blog, "cada vez están más cerca de la unidad básica, de la unidad mínima musical, de la esencia; las palmas las entienden aquí y en África, en Asía, en el pasado y el futuro de la humanidad". Como chingar, como ir en bici, cosas que no se olvidan. Precisamente algo de esto hay, aunque parezca que no, en este interesante artículo de Faustino Núñez: "En eso se han ido quedando por el camino las formas inocentes y sin pretensiones, limpias y sinceras del folclor. Y creo que, al contrario que ha ocurrido en el resto de regiones españolas, donde la música y el baile tradicionales se ha visto potenciados en las últimas décadas, quién iba a pensar que Andalucía, la única región que logró fraguar un arte popular partiendo de su música tradicional, el género flamenco, este iba a acabar merendándose un repertorio de música popular que hasta hace bien poco se practicaba sin la ambición de alcanzar a los grandes maestros. ¿No les parece una pena?"

David G. González

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