Ay, mamá o La conservación de las especies

Que no te la den con queso, la canción esa famosa de la teta no es feminista. Es una canción, en el mejor de los casos, conservadora. Es una canción dedicada no tanto a las mujeres como a las madres, y al rol al que el patriarcado las ha relegado a lo largo de la historia: madres nutricias, ya sea como amamantadoras ("Tú que amarraste bien tu cuerpo a mi cabeza") o cocineras ("A ti, que tienes siempre caldo en la nevera"). Desde la trinchera de la maternidad han peleado muchas mujeres, sin duda; mi abuela la primera y mi madre después, y eso es lo que reivindica la canción, o al menos las palabras que componen sus versos. Lo que diga la prensa ya es otra cosa ("El 'Ay Mamá' de Rigoberta Bandini y otros 8 hitos feministas" o "Bandini reivindica el feminismo con la teta"), y lo que diga la propia Bandini es aún otra: "En su momento lo escribí como un homenaje a la feminidad". Y aquí es cuando se lía la cosa.

"Tetamundo", de Marina Salazar

Ay, las madres. ¿Qué hay más conservador que una madre? Ellas te ponen Mercromina en las rodillas y te aplican paños fríos cuando tienes fiebre. Ellas se preocupan por que sientes la cabeza o no se te pase el arroz. Son la garantía de la conservación de la especie, concretamente de la especia humana, que es el mayor virus que ha conocido este planeta.  Como miembros de este grupito de personas pensantes, la mayoría de nosotros nos empecinamos en procrear, algunos incluso varias veces. La llamada de la Naturaleza, dicen (de la Madre Naturaleza, concretamente). Tras esta obsesión por persistir hay una consciencia de especie, dado que, como entes individuales todos morimos. Pero como el ser humano duda (cada vez más abundan los antinatalistas), se crean religiones, leyendas y canciones para consolidar el mito, por no decir mantener el tinglado.

"Sin ellas no habría humanidad", dice Bandini en su canción. Bueno, pues ahí está la respuesta: el poder ha sometido a la mujer a lo largo de la historia porque ellas tienen la clave de la Humanidad. Si cierran el grifo, se acabó. El cuento de la criada, ya saben.

Los liantes (Mariano Ozores, 1981)

Lo que se pretende vender aquí como revolucionario, la teta, no es nada nuevo. Este país ya tenía superadas las tetas. En la playa, en las plantas de maternidad o en los parques de extrarradio; en las películas de Esteso y Pajares o en la gala de fin de año de Televisión Española, la teta, como fuente de vida y mito sexual, habían trascendido cualquier tabú. Bigas Luna exhibió pechos amamantando durante toda su obra (de hecho, creo que puede presumir de ser el primero en poner la palabra "teta" en el título de una película no pornográfica). Recuerdo, por ejemplo, haber contemplado en bucle algunas videocreaciones suyas de exuberantes nodrizas ofreciendo su leche al mar. Tal obsesión fue sublimada en la célebre La teta y la luna (Bigas Luna, 1994), y no recuerdo que nadie lo tildara de feminista. Quizás sí de todo lo contrario o, como mínimo, de mirón y exhibicionista.

El videoclip de Ay, mamá, recientemente estrenado, no hace otra cosa que aportar más confusión al asunto. Un artefacto audiovisual con referencias a la iconografía de moda, como las madres trabajadoras, las malas madres (que fuman), el yoga con bebés y, por supuesto, las tetas, que es de lo que va la cosa. Pero mientras Bandini canta "¿Por qué dan tanto miedo nuestras tetas?", no aparece ni una teta. Todas las mujeres que salen en el vídeo llevan los pechos tapados, incluso cuando van desnudas. Unas tetas que al final del vídeo resultan ser armas de destrucción masiva, aunque la canción diga "Tú, que podrías acabar con tantas guerras". 

"El mantenimiento de la paz no es trabajo de los soldados, pero solo los soldados pueden hacerlo."

Dag Hammarskjöld

He aquí una composición feminista: en una escena de Segundo origen (Bigas Luna y Carles Porta, 2015), la protagonista amamanta a su hijo sobre la arena. El padre se acerca y recoge un poco leche sobrante con el dedo. La prueba. “Es amarga”, dice. Ella contesta: “Pero a él le gusta”.

Un cuento feminista: El violador, de Hernán Migoya. Feminista (y pacifista) es también este poema de Gloria Fuertes:


Solo soy una mujer y ya es bastante,

con tener una chiva, una tartana,

un “bendito sea Dios” por la mañana

y un mico en el pescante.

Yo quisiera haber sido delineante,

o delirante Safo sensitiva,

y heme,

aquí,

que soy una perdida

entre tanto mangante.

Lo digo para todo el que me lea,

quise ser capitán, sin arma alguna,

depositar mis versos en la Luna

y un astronauta me pisó la idea.

De PAZ por esos mundos quise ser traficante

—me detuvieron por la carretera—

soy solo una mujer, de cuerda entera,

soy solo una mujer, y ya es bastante.


Un cómic feminista: Vida de una niña, de Phoebe Gloeckner:

Vida de una niña (Phoebe Gloeckner, La Cúpula)

A mí que se reivindiquen las tetas me parece bien. Bienvenidas sean todas las causas feministas porque son necesarias, porque vamos para atrás. Porque si Ay, mamá sirve para que una sola mujer salga a la calle más convencida de sí misma, ya ha merecido la pena. Porque, si lo teníamos superado, ¿qué hace un partido como VOX en el Parlamento? ¿Por qué criticamos a Rosalía por hacer lo que hace? ¿Por qué ponemos en duda que las canciones de Sabina son machistas?

"Por fin, con veinte años, se la llevó un extraño, y no perdí una hija, gané un cuarto de baño."

Joaquín Sabina

Joaquín Sabina y el torero Paco Camino en la Monumental (Y. Cardo)

Si, llegado a este punto, usted se pregunta si el feminismo no puede reivindicar la maternidad, si no puede acaso defender la tarea del ama de casa, si no puede apoyar a aquellas mujeres que deciden dedicarse a sus labores, así como a aquellas que se niegan a quitarse el niqab en el ejercicio de su libertad religiosa, tengo que decirle que esta reflexión no trata de eso. Trata del sistema. En opinión de este humilde plumilla, no puede ser casualidad que mientras el feminismo está siendo atacado con uñas y dientes, tanto desde fuera como desde dentro del mismo movimiento, mientras se ponen en cuestión las estructuras patriarcales, los modelos socioeconómicos y las jornadas laborales, la sexualidad y las identidades de género, los vientres de alquiler y los modelos familiares, se alce como adalid de la causa una canción que defiende el papel que una supuesta Madre Naturaleza ha otorgado a la mujer. Y llegamos aquí a Delacroix, la guinda del asunto: la Libertad representada como una Venus, la diosa de la fertilidad.

"Cualquier sistema que montéis sin nosotros será derribado"

Cualquier sistema, Leonard Cohen

La libertad guiando al pueblo, Eugène Delacroix

El peligro aquí radica en aparentar con convicción ser lo que no eres, sea por error, ignorancia, convicción o mero marketing; incluso, por supuesto, cuestiones políticas. Corremos el riesgo de aguar el mensaje o retorcerlo, en el peor de los casos. Femenino no es lo mismo que feminismo, ni tampoco que feminidad. Perversamente, Bandini dice: "Escribí esta canción muchísimo antes de ser madre, con 23 años, por eso no lo considero un tema escrito por y para las madres. En su momento lo escribí como un homenaje a la feminidad". Aunque en ese mismo post pretende recular, la canción omite a todas las mujeres que no son madres, sea porque no pueden, sea porque no quieren. O sea, que intentando arreglarlo empeora la cosa.

Ay, las palabras...

Escribió Kurt Vonnegut en El desayuno de los campeones, de 1973:

"Trataba de un planeta donde la lengua se convertía en música pura, porque a las criaturas que vivían en él les encantaba su sonido. Las palabras se convertían en notas musicales. Las frases se convertían en melodías. No servían para transmitir información, porque ya nadie sabía ni se interesaba por el significado de las palabras."

Y Bandini, en 2022:

"Ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma, mamá."

Véase la diferencia:

En Puta, el último trabajo de Zahara, considerado por algunos uno de los mejores discos nacionales de 2021, la cantante habla abiertamente de sexo, abusos, maltratos, empoderamiento, pérdida de identidad, padres y una larga lista de cosas que no son tan bonitas como las tetas, a costa de que la llamen, precisamente, puta, que, como ella misma dijo, es lo que tienen en común todas las mujeres: que a todas las han llamado putas. También habla de las abuelas, que no se diga. Pero, claro, Zahara no ha ido a un espectáculo televisivo de tres millones de espectadores. La teta no nos deja ver el bosque.

Aprovecho para citar estos versos suyos, y que cada uno lea lo que quiera:

"Yo estaba de rodillas pidiendo perdón a vuestro Dios

por no saber decirle que no."

Marichane, Zahara

Saco a relucir a Zahara por si lo que os va es el pop. Pero lo que es de recibo es mencionar a las Vulpess. Como ellas se valen por sí solas y no hace falta que nadie las explique, y mucho menos las justifique, simplemente les dejo aquí el vídeo del recordado sábado 16 de abril de 1983, cuando, en la franja matinal de Televisión Española, el grupo de Bilbao interpretaba su célebre tema Me gusta ser una zorra.


Sin duda hay quién se preguntará a qué viene tanta "puta" y tanta "zorra", y yo lo que tengo que decir, para concluir, es que agradezco que las palabras digan lo que significan, y que las mujeres se atrevan con ello. Bandini, en cambio, compone una canción que se titula Perra y que dice "Pero no quiero llevar nunca el bozal" y "Solo pido ir sin correa a pasear", pero después te suelta en una entrevista que "perra is a lifestyle" y que quiere "ser libre como una perra". Bueno, ni chicha ni limoná; que se aclare, si quiere, pero que no nos confunda. Las palabras sin sentido solo son sonidos bonitos, canciones para sostener los mitos.

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