No hay verano

Cada día, cuando paso por casa de mis padres a recoger a la pequeña, me ponen al día de lo que sucede en el mundo, que, siempre, son malas noticias. Ya saben: "no news, good news". No obstante, vengo notando, de manera muy acentuada, que lo que me cuentan ya no son cosas que han pasado (que es lo que viene siendo una noticia), sino cosas que van a pasar: "Se avecina un apagón energético", "Llega una ola de calor", "Tendremos una crisis como la de 2008"... Y así, mis padres han hecho acopio de hornillos, botellas de butano, lámparas solares, una piscina hinchable y conservas de todo tipo: legumbres, encurtidos, salazones, ahumados, adobos, confitados y compotas.

Lo último que dicen en la tele es que nos vamos a quedar sin vacaciones, que viene una recesión de padre y muy señor mío. Mucho se han reído las redes del discurso de Pepe Álvarez, secretario general de UGT, durante la concentración frente a las sedes de las patronales del pasado 7 de junio, en el que, con la que está cayendo (guerra incluida), reivindica el goce del estío: "Que se vayan a hacer puñetas. ¡Vamos a disfrutar el verano!"

Más allá del chascarrillo, carne de redes y artículos de opinión que solo sirve para dañar la imagen de unos sindicatos ya más que dañados, Álvarez está haciendo referencia con estas palabras a la doctrina del shock, no sé si conscientemente.

La doctrina del shock, Naomi Klein (Booket, 2007)

La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, de la periodista Naomi Klein, explica cómo la exposición de la ciudadanía a grandes adversidades provoca un estado de conmoción en el que el poder puede llevar a cabo reformas impopulares sin oposición. Uno diría que lo que en un principio se explica como un recurso excepcional que permite desencallar situaciones concretas (aunque estructurales), como lanzar las políticas neoliberales de Thatcher gracias al apoyo de la guerra de las Malvinas o transformar la economía en Sudamérica bajo el humo de las bombas, ha acabado derivando con el cambio de siglo (y esto es ya materia ajena al libro) en un estado de shock continuo, en el que, telediario a telediario, la erosión de los derechos de la clase trabajadora queda velada tras shows mediáticos como las crisis, las guerras, las olas de calor, la hambruna, los perros que muerden, los aerolitos que caen del cielo o los escándalos sexuales.

Bombardeo al Palacio de La Moneda en Santiago (Chile, 1973)

A esa larga lista de peligros recientemente se ha sumado la "amenaza" de la inmigración, una gran fake new construida desde la ultraderecha en todo occidente y que, en una cuadratura del círculo perversa y perfecta, ha conseguido que los pobres vean en los más pobres a su enemigo, y no en el poderoso. Para más detalles: Facha, de Jason Stanley (Blackie Books, 2019).

Pero recreémonos en lo de los escándalos sexuales. ¿Recuerdan a Monica Lewinsky? La expresión anglosajona "wag the dog" hace referencia a las técnicas de distracción que se utilizan en política para ocultar asuntos feos, lo que en castellano se traduce como "cortina de humo". Es curioso, dicho sea de paso, que mientras en España nos dedicamos a esconder los trapos sucios bajo un tupido velo, al otro lado del charco prefieran desviar la atención. Imaginen un perro meneando la cola, lo hipnótico de esa cadencia, y lo que sucede a nuestro alrededor mientras estamos distraídos... Imaginen que la cola no cesara nunca de moverse.

En la escena inicial de, precisamente, Wag the Dog (Barry Levinson, 1998), con guion del siempre espléndido David Mamet, podemos ver cómo el gabinete de crisis del presidente de los Estados Unidos gestiona el tiempo y la información ante la inminente publicación de un escándalo sexual:

Dato: las vacaciones son un invento de los años 70. Antes no había, o al menos no había vacaciones pagadas, que es una de las grandes victorias de la clase trabajadora en este país. Hasta entonces, solo los ricos viajaban. Y, de repente, viajar era de pobres, aunque fuera en 600. El Desarrollismo, alegremente reflejado en las películas de la época, llevaba a España hacia una extraña modernidad franquista.

Manolo la nuit (Mariano Ozores, 1973)

Las vacaciones aquí funcionan como anécdota nostálgica, como chiste, casi como falacia; pero también como indicador socioeconómico. La democratización de las vacaciones provocó que los ricos tuvieran que buscar nuevas formas de pasarlo bien para no mezclarse con el pueblo llano (experiencias "todo incluido", jets privados, islas también privadas, hospedajes en palacios hindúes...) y también nuevos destinos, desde la Laponia sueca hasta la Costa Esmeralda. Marbella, por ejemplo, es el "only adults" de los ricos. "Only rich people", vaya.

En este curioso gráfico elaborado por El País a través de datos de movilidad de telefonía móvil, vemos los destinos más visitados en función de la renda media de cada código postal de la ciudad de Madrid. Los ricos van a Calvià y los pobres a Benidorm. Bueno, los pobres de verdad no van a ningún sitio:

Fuente: Geoblink, Agencia Tributaria y El País

Es sintomático, pues, que después de amenazar con quitarnos el trabajo, la sanidad, la educación, la casa, el coche, los suministros... ahora amenacen con amargarnos las vacaciones, la última conquista proletaria: "Ojo, que viene una recesión...", "Ojo, que en septiembre tendremos una crisis como la de 2008...". No descarten incluso que, aprovechando los 40 años de la muerte de Chanquete, vuelvan a emitir Verano azul, para hundirnos aún más las vacaciones en una especie de sadismo nostálgico. Así podremos ver cómo el pobre Chanquete muere de nuevo a causa del sufrimiento causado por su inminente desahucio del barco en el que vive, anclado en un huerto donde se han proyectado bloques de apartamentos. Con este perverso giro de guion (reubicado ahora por la gracia de los programadores de Televisión Española en un tiempo de desahucios hipotecarios y anuncios de Securitas Direct), Antonio Mercero, el director, nos hace creer que podemos salvar nuestra casa a base de proclamas hippies, pero después vas y te mueres porque la vida es muy puta. El propio Mercero dijo en una ocasión sobre este asunto: "reconozco que fue muy duro, sobre todo para los niños, pero necesario".

El spoiler más grande de la historia después de La Semilla del Diablo.

Resaltemos tres ideas perversas escondidas en este párrafo:

1. Que hemos salido de la crisis, ya que es necesario haber salido para volver a entrar.
2. Que cualquier tiempo pasado fue mejor, y morir te vas a morir igual.
3. Que el pueblo no tiene memoria a corto plazo. 

Vamos con la 3. Si bien es cierto que, como sustrato social, la clase trabajadora posee una memoria colectiva que constituye su propia identidad (en este caso, de pertenencia a una clase), no parece tener capacidades nemotécnicas a corto plazo que le permitan desarrollar un pensamiento crítico sobre hechos recientes y, en última instancia, aprender en un sentido evolutivo del término. Lejos de pretender profundizar en la materia, ya que no es mi campo, no cabe duda de que la desinformación provocada precisamente por el exceso de información (que, además, suele ser de baja calidad) y ese continuo estado de shock al que somos sometidos se encuentra en la raíz del problema.

Supongo que recuerdan que con la crisis de 2008 todos "aprendimos" que la información es poder, que quien tenía esa información se aprovechó de la situación, que si hubiéramos tenido la información habríamos vendido en lugar de hipotecarnos hasta las trancas. Bien, pues ahora no nos podemos quejar, porque nos están avisando de que viene una crisis "como la de 2008".

Jeremy Irons abandonando el barco en el momento adecuado en Margin Call (J.C. Chandor, 2011)

Si hubiéramos aprendido algo de macroeconomía con aquel asunto de la crisis financiera, ahora sabríamos si lo que hay que hacer vender, comprar, montarse en las criptomonedas o llenar la despensa como la hormiga que se prepara para el largo invierno. Pero, claro, eso es una quimera, utopía: lo del vecino del quinto es la microeconomía, el precio de la judía verde y todo eso. Lo que sí es posible, lo que sí podríamos aprender como clase, es que nos la están dando continuamente con queso a través de los medios de comunicación, con ese incesante bombardeo. Pero nos tienen exhaustos evitando que hagan blanco sobre nosotros definitivamente.

Además, no sé si han notado cierto interés soterrado en los últimos años por desprestigiar el concepto de clase social, sea a través de ocurrencias demagógicas o a base de dinamitarlo internamente, como en Troya. La activista Pastora Filigrana dice:

Es posible que algunos colectivos racializados no tengan un abierto discurso anticapitalista pero ante esto podemos hacer dos cosas: O bien acusarlos de cómplices del neoliberalismo y rompedores de la clase; o bien crear esos “discursos hilo” que tejen el antirracismo y el anticapitalismo y conectan los descontentos señalando al enemigo. Lo segundo requiere de mucho más esfuerzo y paciencia y, sobre todo, de una firme conciencia militante que antepone la construcción de lo común frente a la opinión individual. Es de justicia decir que la mayoría de los colectivos racializados tienen un discurso y una práctica anticapitalista, sin embargo se nombra poco, como si nombrarlo estropeara la hipótesis de que las luchas desde la identidad racial son enemigas de la clase obrera.

Dato: Verano Azul, la eterna serie asociada a los veranos de nuestra juventud, no se emitió en verano, se emitió en invierno. Así juega nuestra cabeza...

Batman Forever (Joel Schumacher, 1995)

Pese a la idea extendida de que ya nadie ve la televisión, los medios de comunicación, con sus televisiones y radios, pero también con su presencia en redes sociales, siguen siendo los únicos medios de comunicación de masas.

Repasemos la teoría. Un medio de comunicación de masas es aquel emisor único capaz de comunicarse de manera unidireccional con un grupo numeroso de personas, amplio y heterogéneo, además de anónimo. Aunque la diferencia puede parecer sutil a simple vista, si bien es cierto que las emisiones en directo de alguien como Ibai Llanos a través de plataformas de streaming pueden llegar a congregar millones de espectadores (sin duda cada vez más y, sin duda, la tele cada vez menos), esa comunicación no será ni tan unidireccional, ni tan anónima, ni, sobre todo, tan heterogénea. El poder de la televisión sigue radicando en ser capaz de inculcar un mensaje en diferentes estratos de la sociedad de manera masiva.

Y aun así, es cierto: mucha gente ve la televisión convencional, pero cada vez menos. Y aunque su desaparición será lenta y progresiva, finalmente desaparecerá y será sustituida, seguro, por vaya usted a saber qué. ¿Por youtubers? ¿Plataformas OTT? En todo caso, no importa: no olviden que "el medio es el masaje".

The Medium is the Massage (Marshall McLuhan & Quentin Fiore, 1967)

No hace mucho un famoso youtuber dedicado al contenido deportivo (vean aquí cómo se fragmenta la audiencia en el mundo del streaming) era preguntado en una entrevista por un hipotético sorpaso de las plataformas de distribución de contenido en directo sobre la televisión, y hay que reconocer que se mojaba a la hora de hablar de mensaje e, incluso, libertad de expresión. El youtuber decía: "Cuándo me paguen por decir lo que tengo que decir, veremos qué pasa" (cito de memoria). Es decir, ¿qué pasará cuándo el dinero (y aquí me refiero al dinero del poder, no al de los anuncios de Fanta) pase de la televisión a Internet? Esta pregunta no es baladí, ya que la virtud seminal de todos los streamers, su verdadero valor añadido, es su espontaneidad. Cuando esta naturalidad se diluya completamente, ¿qué sucederá?

La única ventaja que tiene Internet sobre el dinero es que se mueve más rápido. Así que cuando Ibai Llanos no pueda arrastrar el lastre de sus compromisos comerciales, aparecerá otro Ibai Llanos; otro Facebook, otro MySpace, otro Napster, otro Messenger...


Concluyendo. Si usted no ha sido el afortunado ganador de las vacaciones de lujo pagadas por Ibai Llanos y Fotocasa, le recomiendo que aproveche este verano, tenga vacaciones o no, pagadas o no, decida dilapidar o guardar bajo el colchón sus ahorros, tenga ahorros o no, para apagar la tele y desconectar el móvil. Abra un libro, esa cosa tan barata y tan veraniega. Intente que no sea uno de los que aparecen en las listas de los más vendidos. Una de las muchas cosas buenas de Internet es que hay tanta información que, tras un trabajo ciertamente meticuloso, una podría llegar pasarse la vida entera leyendo libros sin toparse con ninguno que no le gustara.

Les recomiendo, ya que estamos:
👉 La doctrina del shock, Naomi Klein
👉 No Logo, Naomi Klein
👉 Facha, Jason Stanley
👉 Bambi contra Godzilla, David Mamet
👉 Muerte a los normies, Angela Nagle
👉 El Nota y el maestro Zen, Jeff Bridges y Bernie Glassman
👉 Un hombre sin patria, Kurt Vonnegut
👉 Hey! Julio Iglesias y la conquista de América, Hans Laguna

Por cierto, la ciudad en la que Ibai Llanos realizó su último y multitudinario evento, de cuyo nombre no quiero acordarme, tiene la biblioteca cerrada hace dos años.


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