CARROÑERO

Aunque me gustan las obras de Haneke y Tavernier, a veces me apetece ver una buena peli de Schwarzenegger o Van Damme. Comando y Time Cop, por ejemplo, siempre las tengo a mano. Lo mismo me pasa con los cómics, pero cuando tengo ganas de leer algo “ligero”, acabo siempre en el género superheroico. Quizás haya un nicho de mercado ahí poco explotado. Ricardo Vilbor y Vicente Montalbá han venido a rellenarlo con Carroñero (La Cúpula, 2015).

Carroñero resulta, al menos en el mercado nacional actual, una rara avis. Se podría publicar tal cual hace 20 años y a nadie le habría extrañado. Se podría publicar dentro de veinte años y no pasaría nada. Porque en un mercado normalizado, Carroñero sería un cómic necesario.

A medio camino entre Conan y el Groo de Sergio Aragonés, Carroñero es un buen tebeo de acción, que nos explica los épicos (aunque nada heroicos) hechos protagonizados por un bárbaro amoral y sin principios. El protagonista, ahora un harapiento preso de guerra que en realidad oculta un mítico pasado, se verá accidentalmente inmiscuido en una sangrienta batalla entre dos naciones. Sus habilidades acabarán resultando finalmente decisivas a la hora de decantar la balanza. Pero, lamentablemente, sus vicios también.

Con un dibujo absolutamente artesanal y algo undeground, Vilbor y Montalbá nos ofrecen un cómic brutal, en todos los sentidos. Una obra que, no obstante, no se contenta solo con el mero espectáculo de la violencia gratuita, sino que nos ofrece un buen relato de gestas militares, no exento de cierto humor negro.

En resumen, Carroñero es una grata sorpresa, un tebeo en estado puro, y también un ejercicio de estilo que rinde homenaje a un tipo de cómic que aquí parece que hemos olvidado. También podría ser el principio (o el final, según se mire) de algo más grande, ya que el universo que se esconde tras el pequeño capítulo que explica este volumen es en realidad tan vasto como la imaginación de los autores permita.

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