"El nacimiento del murciélago", de Josh Simmons, o la insoportable levedad del cómic

Este no es el enésimo artículo sobre The Batman, la película inspirada en el personaje de DC dirigida por Matt Reeves y protagonizada por Robert Pattinson, Collin Farell y Zoë Kravitz, pero cito todo esto aquí por temas de SEO.

Desde que Grant Morrison y Dave McKean advirtieron en Arkham Asylum de que un tipo que se viste de murciélago para combatir el crimen y sus propias fobias puede que no esté muy bien de la sesera, se ha escrito mucho en torno a la estabilidad mental y moral del personaje. Mientras estos dos maestros pusieron en duda su cordura (¿El lugar de Batman está dentro o fuera del sanatorio mental?), Frank Miller contribuyó a dibujar en el imaginario colectivo una imagen algo facha del detective, tal vez involuntariamente. Tal vez no. Pero como el propio Morrison reconoció en su día, Arkham Asylum es "un monstruo con pies de barro", ya que difícilmente se puede construir un artefacto tan ambicioso sobre, precisamente, un tipo que se enfunda un pijama de murciélago para enfrentarse a gente que se hace llamar Joker, Pingüino o Catwoman.

He aquí uno de los mayores problemas con los que se ha topado la industria del cine para llevar personajes de cómic a la gran pantalla: ¿Hasta qué punto la estética camp del comic book se puede trasladar a un arte al que el espectador siempre le reclama verosimilitud? Tal "verdad" es, evidentemente, artificial. El consumidor de blockbuster asumió que Bruce Willis parara un meteorito o que Will Smith infectara una nave alienígena con un virus para PC, pero tuvo problemas para aceptar las mallas de Jim Carrey o los saltitos de Chris O'Donnell en los Batman de Joel Schumacher. Otra prueba, aparentemente baladí: ¿Por qué el traje de Batman no es azul y gris en el cine, o por qué el de los X-Men no es azul y amarillo? Es hora de asumir que un tebeo de Batman es una cosa y una peli, otra. ¿Es acaso el Batman de Tim Burton un buen Batman? ¿El de Nolan? Pueden ser buenas pelis, pueden ser incluso buenos personajes; pero difícilmente serán buenos Batman. De todas formas, el lector de cómic y los cómics en general le dan igual a la industria del cine. Creo que fue Burton quien reconoció que no le había interesado nunca un cómic de Batman antes hacer de sus películas y, en cambio, a él le debemos la imagen triste y oscura que se ha popularizado del héroe de Gotham.

Fuente: @alexdelaIglesia

Tras el Batman enamoradizo de Michael Keaton, las insustanciales interpretaciones de Val Kilmer y George Clooney y la deprimente encarnación de Christian Bale, mucho se ha hablado de la inestabilidad del Batman de Pattinson, y muy concretamente de su Bruce Wayne, el hombre tras la máscara. Preguntado sobre la sombra de ojos que le han aplicado al rostro del actor de Crepúsculo cuando interpreta el rol de Wayne, Reeves alega que así se pone de manifiesto que el multimillonario conserva algo del murciélago cuando se quita el traje.

Pero ninguna de estas películas hablan de un tipo que se disfraza de murciélago por la noche.

Underbrain Books acaba de publicar el tercer número de la trilogía del murciélago de Josh Simmons, El nacimiento del murciélago (que se completa con La marca del murciélago y El crepúsculo del murciélago). Se trata de un tríptico, no necesariamente conexo, sobre la locura y caída del personaje expuesta desde tres perspectivas distintas.

En La marca del murciélago, la menos cómica de las tres historietas, encontramos un Batman en proceso de introspección que, confuso por los tiempos que corren, ha caído en prácticas fascistas.

El crepúsculo del murciélago, más convencional en lo narrativo, es la más escatológica de las tres, tanto por representar el fin de las cosas como por su inapropiado uso de las materias fecales. En un mundo postapocalíptico, un Batman de avanzada edad se ve obligado a compartir viaje con su archienemigo, el Joker, quien poco a poco irá minando su estabilidad mental (con homenaje a La broma asesina incluido). Por cierto, es el mejor Joker que he visto en muchos años; mejor que el Joker ese al que se le caía la babilla y el que bailaba en las escaleras.

En el último de los tres títulos, El nacimiento del murciélago, compartimos la frustración de Batman por su imagen pública y el legado que, en todo caso, quedará de él: ¿Dónde está el límite del murciélago?

Cualquiera de las tres historias, pese al tono y su evidente irreverencia, se sustenta sobre los mismos principios canónicos que utilizó Morrison en Arkham Asylum, cosa que no quiere decir, en ambos casos, que no sean retorcidos y tensionados hasta ser puestos a prueba. Diría, no obstante, que Simmons les sabe sacar más partido. Sin duda, lo que hicieron el guionista de Doom Patrol y el portadista de The Sandman fue visualmente espectacular, pero no tan sustancial como petendían.

En fin, vayan a ver The Batman, hagan lo que consideren. No dudo que sea un magnífico espectáculo y una experiencia cinematográfica muy satisfactoria. Pero si quieren leer un buen cómic de Batman (y no son uno de esos puristas frustrados fanáticos de Jim Lee y cosas así) no se pierdan la trilogía de Simmons. Editada en grapa, además, como los tebeos de verdad.

David G. González

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