PLAGIO

Me gusta pensar que Hernán Migoya tiene dos caras. Una de ellas es la de un provocador, a veces frívolo; una pluma inquieta amante del escándalo literario. Véanse, por ejemplo, los títulos de sus novelas o sus “Nuevas Hazañas Bélicas”, ambientadas en la Guerra Civil Española. Hay algo de morbo en todo eso, en el mejor sentido de la palabra.

Tiene otra cara, como decía, más “seria”, por decir algo. Como mínimo, con una apariencia más seria, aunque en realidad el morbo sigue ahí, latente, oculto, apelando a esa curiosidad sádica que esconde todo lector. Esta es la cara que vimos en “Olimpita”, y la que vemos ahora en “Plagio”, una novela gráfica que narra los tres días durante los que su mujer estuvo secuestrada en Lima cuando tenía 18 años.

Ahí tienen el morbo.

Migoya y Joan Marín, quien ya había sido el dibujante de “Olimpita”, han llevado a cabo un largo de trabajo documentación para explicar con la máxima fidelidad esta historia. Informes policiales, llamadas telefónicas y los propios protagonistas de la trama son las fuentes de las que ha bebido el guionista para llevar al cómic la historia de su actual mujer con el máximo respeto. Marín, por su parte, pisó Lima para reproducir la ciudad con la mayor fidelidad. Y a priori uno puede pensar que ni fu ni fa, que Lima puede ser Lima más o menos. Pero como apunta el periodista peruano Marco Sifuentes en el diario La República: “A los talibanes de la Marca Perú seguramente les escandalizará que en España se publique un libro de 250 páginas que se inicia con una impresionante y minuciosa toma general, a dos páginas, de nuestra capital, con Acho y el Rímac en primer plano, y un recuadro anunciando que la acción ocurrirá en una ciudad también conocida como “Lima, la horrible”. Quizás el solo hecho de publicar una novela gráfica sobre un secuestro en el Perú (documentado con informes de la policía y las declaraciones ante la Fiscalía) ponga los pelos de punta a los miles de autodesignados guardianes de la imagen internacional del país”. Como se suele decir, aunque muy a la ligera normalmente, la ciudad es uno de los protagonistas.

La doble página de Lima, extraída del blog de Joan Marín
Pero supongamos que al lector nada de esto le importa, que no le importa que la protagonista de “Plagio” exista, ni las virtudes de Migoya, ni lo real que sea esta historia. El lector tendrá entre sus manos entonces un trhiller de autor, con tendencia al drama y debilidad por los detalles. Un pequeña gran historia, con personajes al límite y planes imperfectos. Muy a lo Mamet. Este amor por los detalles, es también lo que llevó a Migoya a pedir la colaboración del escritor peruano Rafo León para darle una naturalidad limeña a los diálogos.

Personalmente me quedo con las primera páginas del cómic, las del secuestro, y las últimas. Todo muy cinematográfico, de buen guionista, de relojero. En cuanto al drama, no tiene desperdicio la relación entre el padre de la protagonista y los secuestradores, sus conversaciones, documentalmente reproducidas, y algunas dudas sobre la naturaleza del secuestro que siempre están en el aire y que no siempre tienen respuesta.

Seguramente, al final, todo este buen trabajo quede escondido bajo ese “basado en una historia real” que tanto vende. Pero bueno, una cosa no quita la otra.

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