The Expendables 3: hacia la película perfecta

Que Sylvester Stallone fuera el alma mater de una película como Rocky tendría que ser suficiente para quitarle peso al sambenito de icono del cine basura que algunos le han colgado. Un fama que hay que reconocer que él mismo se ha ganado a pulso gracias a cintas como Driven, D-Tox o El protector. Si al menos su carrera como actor se hubiera mantenido a la altura de Acorralado o Encerrado, otro gallo cantaría. Quizás gozaría de la simpatía que suscita Bruce Willis en lugar del rechazo que provoca la idea de ir a ver una peli de Stallone, especialmente en Europa. Curiosamente, ahora que Stallone resucita, Willis tira su carrera por el desague participando en producciones que destacan más por su baja calidad que por su bajo presupuesto.



Cuando Stallone anunció Los Mercenarios, con un elenco de viejas y nuevas glorias del cine de acción, se escucharon los vítores de un público que creció con el auge de este tipo de cine en los años 80. Pese a la desconfianza de la crítica y del público generalista, la primera entrega de la saga resultó ser una cinta de acción resuelta, con algunos guiños cinematográficos y mucho respeto por el género. Pero era una cosa que se quedaba corta, a medias, un producto por construir. Le faltaba la magia que se nos había prometido, quizás porque desde Hollywood tampoco se acabó de confiar en el proyecto. Eso provocó la ausencia de algunas estrellas y que las apariciones de Arnold Schwarzenegger y Bruce Willis se quedaran en poco menos que nada.

Los Mercenarios 2, en cambio, sí fue la película que debía ser. Incluso quizás la primera parte ni siquiera debería haber existido. Aquí no sólo Schwarzenegger y Willis cobran más protagonismo, sino que contamos con la presencia de Chuck Norris y Jean Claude Van-Damme, muy reclamado por sus fans tras su ausencia en la entrega anterior. Pero como muchas otras películas han demostrado, un elenco de lujo no es garantía ni de calidad, ni de éxito. Así que Los Mercenarios 2 requería una reflexión. No sé exactamente como fue, quién tuvo la idea o cuan premeditada resultó. El caso es que decidieron hacer una comedia, aunque no una comedia al uso. La cinta arranca con un escena preliminar, a lo James Bond, que resulta ser un derroche de arte cinematográfico, como ya pasaba en la primera parte. Después, la trama deambulaba sobre una serie de tópicos del cine de acción, todo muy serio y solemne, hasta que llega un momento en el que el espectador tiene que decir: “Espera, para la cinta. ¿Esto va en serio?”. La respuesta llega en seguida, cuando Chuck Norris aparece dela nada acompañado de la banda sonora de El Bueno, el Feo y el Malo. Eso no puede ir en serio. A partir de ese punto la trama se desmadra y todo se convierte en un ejercicio autoreferencial sólo para verdaderos fans que eleva la cinta a la categoría de metacine. Sabiamente, Stallone, un director comedido y contenido, dejó la dirección en manos de Simon West, conocido por su tendencia a los excesos gracias, sobre todo, a Con Air (otra peli sobre la que hacer correr ríos de tinta).

A mi humilde entender, la idea de Los Mercenarios empieza y acaba con la segunda parte. Pero Stallone debió pensar que aún le quedaban cosas por hacer, o, quizás, que aún le quedaban amigos a los que llamar (aunque por el camino perdió a Bruce Willis a causa de una discusión sobre sus honorarios). Y por eso ahí están Wesley Snipes (brillante en la película), Mel Gibson (correcto), Antonio Banderas (histriónico) y Harrison Ford (que llena la pantalla). El resultado es Los Mercenarios 3, la más redonda de las tres partes, una peli de acción que roza la perfección en muchos aspectos. Olvidaos de las exageraciones, bromas y referencias de la segunda parte. Esta es una película seria. Sí, vale, las lanchas saltan sobre los camiones y las motos utilizan los aviones como rampas, pero eso está aceptado dentro del género. Eso provoca aplausos si lo que vas a ver es lo que vas a ver. Esta tercera parte es un ejercicio de estilo muy respetuoso, con lo mejor del género, la estética un poco oscura de las anteriores cintas y un ápice de majestuosidad que viene dada por el enfrentamiento entre las viejas glorias y el nuevo equipo de actores jóvenes. Quizás este sea Los 7 Magníficos con el que se tenga que conformar esta generación.

La peli tiene sus fallos, eso sí. La cosa resulta tan coral que a veces parece que a los personajes les acaban faltando minutos en pantalla. Uno casi se olvida de ellos. Snipes pide a gritos más planos (quizás los que le sobran a Banderas) y el espectador necesitará saber más sobre porqué Gibson es tan malo. Por lo demás, el guión es tan sencillo como efectivo, la factura (sobre todo el montaje) es de diez y todos los personajes resultan bastante creíbles excepto, paradójicamente, Stallone, quizás por las boinas que se empeña en llevar. Visto esto, sorprende que la dirección haya recaído sobre el joven Patrick Hughes, que se hizo un nombre con la comedia romántica en forma de corto Signs.


En definitiva, Los Mercenarios 3 no va a convertir a los incrédulos, pero no defraudará a los fans, siempre que vayan más a ver una peli de acción bien hecha que una ristra de cameos ochenteros. Si entras en el juego, tienes dos horas de entretenimiento garantizado.

Comentarios

  1. Aprovecho para linkar un artículo de David Pierce sobre como la filtración de la película antes del estreno puede llegar a ser lo mejor que le podía pasar a The Expensables 3: http://www.theverge.com/2014/7/28/5942939/i-torrented-the-expendables-3

    ResponderEliminar

Publicar un comentario