Tàpies, Gran Hermano y el Nuevo Vale
Se discute a mi alrededor
sobre Antoni Tàpies (Barcelona, 13 de diciembre de 1923 - ídem, 6
de febrero de 2012), “Tàpiespuntsí, Tàpiespuntno”, y yo no puedo
dejar de pensar en que ha cerrado el Nuevo Vale (¿hubo realmente un
Viejo Vale?). Me retrotraigo a los años 80, Rocky IV, Tom Cruise
clavado con chinchetas en el techo de la habitación de mi prima.
Pero no vengo a hablar de eso, vengo a hablar de mundos paralelos,
intersección de conjuntos. Porque mientras a unos les interesa
Tàpies y la gala de ayer de los Premios Gaudí, yo pienso en el
Nuevo Vale (el fin de una etapa, una generación perdida) y la gala
de Gran Hermano de, también, ayer. Y no me malentienda, me gusta
mucho Dalí, soy bastente fan de Velázquez y Goya tiene algo que no
me desagrada. Tàpies no, no me gusta, ni Miró. Rothko sí, y
Kandinski, no sé porqué. Y entonces pienso en el sabor de la
cerveza y del güisqui, y en el primer hombre que se metió en la
boca una ostra, como dijo (otra vez) Rocky Balboa. ¿Han probado el
cabrales con anchoas? Pues está de muerte, pero reconozco que es un
gusto fuerte. Pienso, entonces, que los gustos resultan un poco al
azar, que puedo ver el mismo tipo de encanto hipnótico en un cuadro
de Tàpies o en una gala de Gran Hermano: que no depende de lo que
hay, sino de lo que uno ve. Y sobre que “si lo uno es alta cultura
y lo otro cultura basura”, bueno... Me parecen igual de ofensivas
las cantidades de dinero que mueven.