La prueba del clásico

Si yo digo que me gusta “Médico de Familia” (Guillermo Fernández Groizard, 1995), no que me gustaba, sino que me gusta, ahora y siempre, como un clásico, como “Los Siete Samuráis” (Akira Kuroswa, 1954), ustedes pensaran que soy un esnob,o peor: que me hago el esnob. Pero hagan una prueba: cojan a una persona normal, y con normal quiero decir corriente (que no sea un esnob ni se lo haga, ni tampoco lea a Nietzsche habitualmente), y prepárenle una sesión de “Médico de Familia”, la primera temporada, a ser posible. La idea, primero, generará rechazo. Después será tomada como una broma, y con humor será aceptada. Pero, poco a poco, el espectador se irá interesando por la trama, y querrá más (siempre suponiendo que no tenga nada mejor que hacer, pero doy por supuesto que la gente ve series porque no tiene nada mejor que hacer, en el mejor sentido de la idea). Hagan la misma prueba con “Los ladrones van a La Oficina” (Agustín Crespi, 1993). No funciona. Funciona con “El Príncipe de Bel-Air” (Andy y Susan Borowitz, 1990), pero no con “Waikiki” (Glen A. Larson, 1993). Funciona con “Campeones” (Hiroyoshi Mitsunobu, 1983) pero no funciona con “Supergol” (Akira Shigino, 1986). A esto lo llamo la prueba del clásico. No falla.

Imagen promocional de "Waikiki"

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