UN LARGO SILENCIO
Quince años después de
su publicación original, Astiberri edita una revisión ampliada de
“Un largo silencio”, de Francisco y Miguel Gallardo. Uno puede
pensar “¿porqué?”, claro, pero también puede pensar “claro
que sí”. Y es que parece que el tiempo no pasa para una historia
que unos se empeñan en enterrar y otros en desenterrar, y que se
llama Guerra Civil Española.
“Un largo
silencio” no es un cómic (o una novela, no sé) sobre la Guerra
Civil. Es un libro sobre un hombre, Francisco Gallardo, y sus
primeros 31 años de vida, hasta 1940. Sí, la Guerra Civil le pilló
por medio, y luchó en ella, en “el bando de los que nunca han
tenido ni tenían nada”. Pero ni siquiera en los pasajes en los que
Francisco coge un fusil y cruza el campo de batalla la guerra es la
protagonista. Esta es una historia de supervivencia, de supervivencia
de verdad (de familias hacinadas en pequeñas habitaciones, de
tráfico de influencias, de trabajo y de muerte...) y no de
supervivencia en la selva comiendo bichos viscosos. Esta obra no es
un entretenimiento, es historia, de esa que a la que catalogan “en
minúsculas”, aunque, en realidad, fue la historia de la gran
mayoría de españoles, la historia que ha marcado un país y que ha
definido una identidad. La historia “en mayúsculas”, la de una
batalla ganada aquí y otra ganada allá, en realidad es una cortina
de humo. A Francisco parece no interesarle mucho ese juego de
Stratego, y, así, en “Un largo silencio” lo que se ha callado
durante mucho tiempo es el trabajo duro, los favores debidos, el
hambre... Y al final sí, hay dos bandos, pero no tanto el de los
nacionales y el de los republicanos como el de los ricos y los
pobres. Porque en el campo de batalla, en realidad, todos eran carne
de cañón.
La narración de Francisco
es directa, sencilla, cronológica. Sin duda, parece sincera, porque
el lector tiene la sensación de que no le están intentando
convencer de nada. Y además piensa “sí, me suena de algo; esto se
lo he oído a alguien de mi familia”. El autor se desnuda y uno se
pregunta el porqué de ese largo silencio. El silencio fue parte de
la vida de muchos españoles durante la guerra y después durante la
dictadura. Silencio para sobrevivir, para, como dice Miguel,
“enamorarse de mi madre, para que mi hermano y yo estemos aquí,
sobrevivir para hacer amigos, para leer, para reír”. Pero supongo
que hay algo de vergüenza, de humildad o de respeto por los muertos,
por los que lo pasaron peor, por los que no tuvieran acceso a ese
chusco o a esa carta de recomendación que les podía haber salvado
la vida.
Seguramente los últimos
éxitos de Miguel Gallardo ponen de nuevo este cómic en la palestra,
pero no se dejen engañar (de hecho, nadie lo intenta: el nombre del
padre va por delante del del hijo en la portada): esto es un cuaderno
de memorias. Sí, hay bocetos de Miguel, y algunas páginas de cómic
muy intensas. Y aunque uno puede pensar que el lector de cómics va a
leer en diagonal la prosa para llegar antes a la viñetas, el relato
de Francisco al final lo absorbe todo, y sólo interesa qué pasa y
casi no importa cómo se nos explican lo que pasa. Y esto lo digo como una virtud, y no como un defecto.
“Un largo
silencio” es más un homenaje personal, de Miguel a su padre, que
cualquier otra cosa. Realmente no explica, en general, nada que no
sepamos, nada que no se haya contado ya u oído durante una reunión
familiar. Incluso no creo ni tan sólo que esta reedición tenga por
objeto dar a conocer una parte de nuestra historia a un público
joven (no parece el formato adecuado). Puestos a buscar
justificaciones comerciales, sí parece un libro pensado, pese a sus
quince años, para este nuevo lector de novela gráfica, por forma y
contenido. Parece, también, destinado a remover algunas conciencias,
recordar a algunas personas, y, sobre todo: no olvidar.