LOS MELONES DE LA IRA


Uno tiene entre sus manos el nuevo cómic publicado aquí de Bastien Vivès, “Los melones de la ira” (Diábolo Ediciones, 2012), y piensa en Charles Bronson en “Mr.Majestyk”: una historia de campo, de hombres y mujeres cultivando sus tierras, sus melones y otras cosas. Y durante dos o tres páginas Vivès juega a este engaño. Pero uno enseguida se da cuenta de que con “melones” no quiere decir “melones” literalmente, sino “tetas”. Unas peras enormes, las de la protagonista de esta historia. Y aunque sí hay algo de película de Charles Bronson en estas páginas, sobre todo hay mucho del Marqués de Sade.

Cuando acabé de leer “Los melones de la ira” estaba impactado, confuso, pasmado; por varios motivos. A flor de piel, por lo pornográfico. Más a fondo, porque es una historia muy dura y, no obstante, salpicada de humor (a veces humor zafio, a veces fina sátira). Y a un nivel casi subconsciente, porque los momentos de sexo más explícito son paradójicamente los más dramáticos y los pasajes eróticos resultan ser los más excitantes.

“Los melones de la ira” es una pequeña historia, tan pequeña que no se puede explicar nada sin revelar algún secreto de la trama. Pero la historia en este caso no importa tanto por lo que explica como por cómo golpea al lector. Hay ahí un juego muy de Sade (dolor/placer, eros/thanatos) que apela al lado oscuro del lector. También sentirá pena y rabia ante las grandes viñetas de porno duro de Vivès. Exitación y casi nostalgia cuando el sexo se vuelve inocente y amable. Y, sobre todo, sentirá compasión por los personajes principales, al estilo del buen salvaje de Rousseau, del Dogville de Lars Von Trier.

“Los melones de la ira” es una una bofetada en la cara, pero de las que dan gustito.


Sobre el autor:
Bastien Vivès desembarcó hace relativamente poco en el mercado español con una serie de historias tan interesantes como dispares. Desde “Polina” (éxito de público y crítica y probable futuro premio del 30 Salón Internacional del Cómic de Barcelona), hasta “La Carnicería” (muy Godard), pasando por “Hollywood Jan” (lectura juvenil obligada). Su estilo de dibujo (ágil, abocetado, dinámico, vivo) confiere a sus historias una vitalidad inusual. Se ha mostrado capaz, además, de tratar temas y estilos diversos con resultados siempre excepcionales, convirtiéndose así en uno de los nuevos talentos más prometedores del cómic francófono.

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