NO CAMBIES NUNCA

Y a priori uno piensa que “No cambies nunca” (Astiberri, 2012) comparte los elementos que hicieron de “Tú
me has matado” un cómic de éxito (bueno, de culto). Esto es:
vísceras, deformidades, sexo sucio, personajes oscuros y ambientes
turbios. También un dibujo excelente a lo Charles Burns y unos
enfermizos colores pastel que acaban devorando al lector. ¿Qué le falta, pues? Pues le faltan
tipos con camisas floreadas, prostitutas baratas, paletos, misioneros...
Todo un elenco de personajes con tendencias sociópatas colocados en
escenarios de la América profunda y inmersos en una historia de
tintes taratinianos. Muy efectista.

El segundo cómic de Sánchez pierde la
frescura de “Tú me has matado”, en parte porque es más de lo
mismo. Pero también pierde ese aire de comedia, de divertimento, de
pastiche posmoderno que convertía la lectura del debut de Sánchez
en una fiesta.
Así que, y perdón por contradecirme,
“No cambies nunca” es más de lo mismo pero no es lo mismo, y eso
no sé si es bueno o malo, pero confundirá al lector, y sobre todo al fan.
Intentando retomar el hilo, me gustaría
dejar claro que “No cambies nuca” no es un mal cómic. Todo lo
contrario: está por encima de la media nacional. Tampoco es (o
acabará siendo etiquetada como) una obra menor. Es un ejercicio de
género, realizado con pies de plomo pese a ese humor de matadero y
puticlub del que hace gala Sánchez. Y al final hay algo sobre todos
nosotros, sobre nuestro lado oscuro, nuestra inseguridad y nuestro
miedo, que ya afloraba en el cómic anterior. Quizás no queda claro
del todo, pero tú sabes que está ahí.