OMNI-VISIBILIS

Pero los fans de Trondheim no deben
esperar una obra grande en la línea de “La Mazmorra” ni otra de
sus divertidas aventuras animalizadas como “La Isla de Borbón
1730” (una de mis favoritas). “Omni-Visibilis” resulta una obra de carácter
independiente, casi indie diría uno, que nos propone una historia
con un punto de partida original y un protagonista tan repelente como
humano, aunque, desgraciadamente, la cosa se desinfla al final. Vamos
por partes.
Este cómic empieza muy bien. El
protagonista se salpica los zapatos mientras orina en el lavabo de la
oficina. Le suele pasar, y reflexiona sobre si limpiar el estropicio
o no. Resulta un personaje maniático, en la línea de Jack Nicholson
en “Mejor Imposible”, y pusilánime. Está, además,
perfectamente dibujado por Bonhomme: enclenque, miope y con un
bigotillo repelente. Y aquí el lector dice: “Vale, esto promete”.

Desgraciadamente la parte final de la
historia (que no el final en sí mismo) se convierte en una
persecución que, pese a su crescendo, hace perder al cómic la
frescura inicial, aunque no su solidez.
“Omni-Visibilis” es una obra menor,
un divertimento, pero por encima de la media. No sólo el dibujo de
Bonhomme es espléndido, sino que el punto de partida de la historia
es original y brillante, incluso su desarrollo, y el personaje principal
resulta redondo. Uno puede pensar, al final, que aquí hay una
crítica a esta sociedad mediatizada y una reflexión sobre el valor
de la intimidad. Personalmente, yo sólo veo la historia de un tipo
corriente que se encuentra con un marrón bien gordo entre manos. Y
mejor así, la verdad.